martes, 13 de enero de 2015

MICROS PARA RELATOS EN CADENA 2014-2015 (SEMANA 15)

Microrrelatos presentados a la VIII Edición de Relatos en Cadena del programa La Ventana de la Cadena SER y la Escuela de Escritores.

Frase de esta semana: Inmediatamente pedí que cerraran la tapa del ataúd





CUERPOS DESECHABLES

Inmediatamente pedí que cerraran la tapa del ataúd. Me veía horrible con aquella cara decrépita y arrugada. Siempre me pasaba lo mismo. Me encariñaba demasiado de mis cuerpos, cosa de la costumbre y la rutina y acababa forzándolos hasta edades avanzadas como los cincuenta años o así. Tan pronto como se diera por liquidado aquel cuerpo gastado, ya tenía todos los trámites burocráticos realizados para que me transfirieran a mi nuevo aposento: varón alto y musculoso de veinte años, castaño, ojos azules.


LA RELIQUIA

Inmediatamente pedí que cerraran la tapa del ataúd de vidrio. Era bastante ancho, tenía un sistema de renovación de aire con calefacción y aire acondicionado y una sonda, imperceptible bajo la túnica holgada, que me alimentaría. Supuse que terminaría por aborrecerlo con el tiempo pero, diantres, no a cualquiera lo santificaban en vida. Era el precio a pagar. Sería adorado hasta la muerte por los peregrinos de la plaza de San Pedro.


EL ÚLTIMO REPOSO

Inmediatamente pedí que cerraran la tapa del ataúd mientras sofocaba un hipido consternado. No soportaba más la visión de aquellos laterales acolchados y mullidos que tantos días me habían visto dormir. La juventud ya no respetaba nada, ni siquiera a uno de los más antiguos como era yo. Desahuciado de mi propio lecho de vampiro por aquella nueva ley de actualización del precio del alquiler. Dignamente y, para que negarlo, con algo de esa teatralidad impostada que tampoco se llevaba ya, giré sobre mis talones haciendo ondear la capa y desaparecí de aquel hogar ingrato.


DEDO Y CORAZÓN

Inmediatamente pedí que cerraran la tapa del ataúd. Me indignaba que todo cuanto quedara de mi marido fuese un dedo bulboso que todavía portaba aquel feo anillo familiar con las iniciales de su abuelo, su padre y él mismo. Por lo menos, muerto en batalla, me quedaba una buena pensión. Cuando la tapa se cerró, a muchos kilómetros de distancia, el recuerdo del dedo corazón se hizo perceptible en una mano grande y bulbosa. El hombre se rascó el muñón, sonrió y siguió disponiendo la mesa de picnic.




1 comentario:

  1. Muy ingenioso, Ignacio, has estado esta semana con los desahucios de vampiros y la historia del dedo y sobre todo esa alma giratoria de la reencarnación. Todos queremos un cuerpo decente, leches.

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